12/10/2598
Aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Los países se encontraban devastados en guerras sin fin por un inútil intento de conseguir agua, la escases era a tal grado que las personas de ahora no morían de hambre si no de deshidratación. Con el paso del tiempo fueron agotando ese maravilloso recurso de vida, todo por su inútil manía de construir máquinas que funcionaban gracias a esta. El cielo ya no tenía ese color azul tan intenso que lo caracterizaba y lo hacía único, así como lo había visto en algunas fotografías de unas revistas muy viejas que había encontrado dentro del armario de mi abuela poco antes de que ella falleciera. Era demasiado triste ver como unos a otros se destruían por la desesperación de conseguirla. Los árboles, habían desaparecido poco a poco. La mayoría de los animales marinos ya se encontraban extintos al igual que algunos terrestres. No me sorprendería que hubiese faltado poco tiempo para que acabaran por completo con toda la vida que existía en el planeta. Cuando oscurecía no se podía admirar ninguna estrella en el cielo, debido a tanta luz artificial que acaparaba la ciudad.